Per aspera ad astra
sábado, 3 de diciembre de 2011
viernes, 2 de diciembre de 2011
lunes, 14 de febrero de 2011
Caminos en el espejo
I
Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.
II
Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde
filoso de la noche.
III
Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.
IV
Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.
V
Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona
el viento en el umbral.
VI
Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.
VII
La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.
VIII
Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.
IX
Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.
X
Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé.
Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.
XI
Al negro sol del silencio las palabras se doraban.
XII
Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola.
Hay alguien aquí que tiembla.
XIII
Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?
Deseaba un silencio perfecto.
Por eso hablo.
XIV
La noche tiene la forma de un grito de lobo.
XV
Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy.
Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.
XVI
Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba
no vi otra cosa que a mí misma.
XVII
Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.
XVIII
Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.
XIX
Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra
la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo,
he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.
lunes, 26 de julio de 2010
La media naranja
Todos hemos oido alguna vez hablar de la media naranja, y todos entendemos que es alguien muy semejante a nosotros, que nos complementa, pero que a la vez es diferente y tiene sus propias cualidades. Pero ¿de dónde viene la frasecita?.
Nos debemos remontar a Aristófanes que decía que al principio de los tiempos la raza humana era perfecta porque era esférica como una naranja, tenia dos caras opuestas, cuatro piernas y cuatro brazos y que se desplazaban rodando. Había tres clases: hombre+hombre, mujer+mujer y hombre+mujer (que es el que llamaríamos andrógino).
Eran tan vanidosos que llegaron a compararse a los mismisimos dioses por lo que agotaron la paciencia de Zeus que les castigó mandándoles partir por la mitad con un rayo y ordenando a su vez a Hermes que les atara la carne sobrante entorno al ombligo.
Despues de esto los seres humanos anduvieron tristes alrededor del mundo y cuenta la leyenda que cuando uno de ellos tenía la fortuna de encontrar su mitad, se entrelazaban en un abrazo y morían de inanición.
Zeus se compadeció de la raza humana y ordeno a Hermes que les volviera la cara hacia donde estaba su sexo, de tal manera que cuando se encontraran con su otra mitad tuvieran placer y los seres androginos descendencia.
Desde ese momento nos vemos abocados a buscar nuestra media naranja, algun@s privilegiados lo consiguen y yo doy fe de que existen, pero en esta sociedad del kleenex, es bastante dificil, pues lo máximo que la mayoría logra encontrar es un gajo cada vez, aunque haya algunos que llevan camino de conseguir la naranja completa y probablemente o se indigesten o se arruinen
Nos debemos remontar a Aristófanes que decía que al principio de los tiempos la raza humana era perfecta porque era esférica como una naranja, tenia dos caras opuestas, cuatro piernas y cuatro brazos y que se desplazaban rodando. Había tres clases: hombre+hombre, mujer+mujer y hombre+mujer (que es el que llamaríamos andrógino).
Eran tan vanidosos que llegaron a compararse a los mismisimos dioses por lo que agotaron la paciencia de Zeus que les castigó mandándoles partir por la mitad con un rayo y ordenando a su vez a Hermes que les atara la carne sobrante entorno al ombligo.
Despues de esto los seres humanos anduvieron tristes alrededor del mundo y cuenta la leyenda que cuando uno de ellos tenía la fortuna de encontrar su mitad, se entrelazaban en un abrazo y morían de inanición.
Zeus se compadeció de la raza humana y ordeno a Hermes que les volviera la cara hacia donde estaba su sexo, de tal manera que cuando se encontraran con su otra mitad tuvieran placer y los seres androginos descendencia.
Desde ese momento nos vemos abocados a buscar nuestra media naranja, algun@s privilegiados lo consiguen y yo doy fe de que existen, pero en esta sociedad del kleenex, es bastante dificil, pues lo máximo que la mayoría logra encontrar es un gajo cada vez, aunque haya algunos que llevan camino de conseguir la naranja completa y probablemente o se indigesten o se arruinen
El mito del andrógino presupone que existe “un amor de la vida”, es decir una y sólo una persona a la que podremos amar, una media naranja que nos está predestinada, que conforma nuestra mismísima identidad y a la reconoceremos inmediatamente apenas se nos cruce por el camino. Para Bernard Shaw “enamorarse es exagerar demasiado la diferencia entre una mujer y otra”.
El amor concebido así, herencia del mito griego, está asociado al sufrimiento. Cuando no lo hemos encontrado, sufrimos, porque estamos incompletos. Y cuando lo perdemos, sufrimos aun más , porque nos volvemos a quedar incompletos.
miércoles, 7 de julio de 2010
El viaje de la vida
Un amigo me habló de un libro que comparaba la vida con un viaje en tren.Un viaje muy interesante al ser bien interpretado.
Exactamente así, la vida no pasa de ser eso, un viaje en tren lleno de embarques y desembarques, algunos accidentes, sorpresas agradables en algunos momentos y en otras grandes tristezas.
Al nacer entramos a ese tren y nos entregamos en las manos de algunas personas que pensamos, estarán siempre en ese viaje con nosotros: nuestros padres, desgraciadamente eso no es verdad; en alguna estación ellos bajan y nos privan de su cariño, amistad y compañía irremplazables... además que personas interesantes y que pueden llegar a ser muy especiales para nosotros, abordaran el tren en algún momento.
También llegaran nuestros hermanos, amigos y maravillosos amores. Muchas personas toman ese tren, solo para pasear, otras encuentran en el viaje solamente tristezas, y otros circularan por él, listos para ayudar a quien los necesite.

Muchos al bajar dejan recuerdos eternos, algunos otros pasan por allí de tal manera que cuando desocupan sus asientos, nadie percibe sus ausencias.
Es muy común que muchos pasajeros, que nos son muy queridos se ubiquen en vagones diferentes al nuestro, por lo tanto nos vemos obligados a hacer el trayecto separados de ellos, eso no nos impide que durante el viaje atravesemos muchas veces con grandes dificultades nuestro vagón para llegar hasta el que es ocupado por nuestros seres especiales, solo que difícilmente nos podremos sentar a su lado, muchas veces puede haber alguien ocupando ese lugar.Nada importa, el viaje es así, lleno de atropellos, sueños, fantasías, esperas, despedidas.
Eso sí, jamás tiene retorno, siempre va hacia delante.

Hagamos el viaje de la mejor manera posible, tratando de relacionarnos bien con todos los pasajeros, sin hipocresías, buscando en cada uno de ellos lo mejor que tengan para ofrecer. Recordando, siempre, que en cualquier momento del camino ellos podrán flaquear, es necesario entender esto pues, probablemente, nosotros a lo largo del camino, flaquearemos muchas veces, y seguramente habrá alguien que nos entienda como nosotros hemos entendido a nuestro prójimo.
El gran misterio, al final, es que jamás sabremos en cual parada nos bajaremos, y mucho menos nuestros compañeros y ni siquiera el que esta sentado más próximo a nosotros, justo en el asiento de al lado. Me quedo pensando si al bajarme de ese tren sentiré nostalgia... creo que si la sentiré, al separarme de los amigos hechos durante el trayecto, será al menos doloroso.
El dejar a mis hijos continuar solos el viaje, será extremadamente triste, pero me agarraré a la esperanza de llegar, en algún momento a la estación principal, y tendré la gran emoción de verlos llegar con un equipaje que no tenían en el momento de embarcar, y lo que más feliz me dejará será pensar, que yo colabore en el crecimiento de ese equipaje y en hacerlo más valioso.

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